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sábado, 18 de junio de 2011

La insoportable inanidad del nacionalismo

Si la tropa que nos gobierna no hubiera agotado desde hace un tiempo inmemorial su capacidad para sorprenderme, la afirmación de no sé qué consejero del gobierno catalán propugnando la ingesta de vino del priorato y denostando, por exclusión, el de Rioja me habría dejado sumido en la incredulidad. Pero los conozco bien y me consta que su capacidad para decir estupideces es ilimitada. Así que a estas alturas de la vida, esos padres de la patria, barretina calada con aroma de alcanfor y cuenta corriente en Suiza, solo me producen una cierta hilaridad. Del nacionalismo, por definición paleto, miope y acomplejado, no puede esperarse más de lo que esperaba Unamuno de algunos gobiernos de La República: estupidez, estupidez y estupidez.
Si el señor consejero de la cosa estuviese dispuesto a seguir el ejemplo de su prédica –cosa altamente improbable, créanme-, tendría que eliminar tantos alimentos de su dieta –en absoluto equilibrada, créanme también- que tal vez le llevarían a valorar si la vida merecería seguir viviéndola. Su exaltación patriótica le llevaría a comprobar que tendría serias dificultades hasta para conseguir los ingredientes básicos para una razonable paella exclusivamente catalana. Los arrozales del Delta, triste realidad, no producen tanto grano para tanto capullo. Habría que racionarlo (el arroz, no los capullos, que está visto que no corren peligro de extinción entre la casta política del nacionalismo) o comprar el que falta de Extremo Oriente (que es lo que en realidad se hace). Y el jamón de Guijuelo ni probarlo. Eso es cerdo español. Pero supongo que se puede sobrevivir con unos tragos de priorato y un buen espetec de Vic. Aunque yo, está claro, no pienso comprobarlo.
JAQ

1 comentario:

  1. Totalmente de acuerdo con tu comentario. Creo que este tipo de fauna que declara tal sarta de estupideces sin límite no merece ni un segundo del tiempo de las personas inteligentes. Los nacionalismos se curan haciendo dos cosas muy sencillas: leer y viajar. Saludos,
    Blanca

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