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sábado, 14 de mayo de 2011

Capitanes intrépidos

Reconozco que en esto de la política me he vuelto un escéptico irreductible. He navegado por sus mares el tiempo suficiente para comprobar cómo las mejores ideas y las mejores intenciones naufragan o embarrancan, o son asaltadas al abordaje por la ambición y la codicia reduciéndolas a la penosa condición de peroratas etílicas con las que narcotizar a una marinería aparentemente imbécil. Conceptos como la res pública o el bien común carecen de sentido entre nuestra clase política, dedicada al saqueo y al nepotismo desde la más solemne desvergüenza. Admito que habrá excepciones, pero no creo que sean muchas.
Por eso siempre siento una simpatía instintiva cuando un grupo de valientes grumetes sueltan amarras y se lanzan al proceloso océano de la política, las manos y las almas sin encallecer aún. Así veo yo desde mi malecón (yo nunca más volveré a saltar a cubierta) a Felipe Moreno y a su UPyD pealeña: como a unos capitanes intrépidos que han tenido el santo coraje -por no expresarlo de una forma más tabernaria- de proclamar que las cosas pueden hacerse de otra manera, limpia y transparente, que no va a haber bucaneros que los detengan por más que los amenacen, y que el pueblo al que pertenecen es de todos y no la propiedad de casta parasitaria alguna. Y como esta resolución o atrevimiento tiene un valor moral enorme les deseo una buena travesía. Yo, que ya soy un marinero en tierra albertiano, voy a tomarme a su salud tres traguitos de ron. También voy a votarles, qué coño.
JAQ 

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